Información general sobre los efectos negativos del hombre sobre el planeta.
"El inconsciente no reside solamente en los pacientes burgueses que tan a menudo están ellos mismos comprometidos con la profesión terapéutica. Tampoco está meramente en los sueños o en las relaciones; y difícilmente en las tramas, pequeñas agonías, de la transferencia; ni en el bovarismo de Flaubert, ahora reescrito como psicodinámica del narcisismo. Sofía sufre hoy en nuestras ciudades, en nuestra tecnología, en nuestras instituciones y políticas paranoides, esas superestructuras descaradamente egoístas que perdieron sus raíces elementales con el arché (origen); y Sofía sufre en los patrones de producción, distribución, consumo y desperdicio: en las cosas comunes de la vida ordinaria que nos rodean con sus neuróticos clamores pidiendo atención, sus figuras desmoralizadas y falsas personalidades con tendencia al derrumbe. Lo daimónico vive menos en nuestros sueños y más en nuestros días, en nuestra inercia moral y en nuestro anestesiado agotamiento" (James Hillman)
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jueves, 21 de junio de 2007

TRANSGENICOS: USO,LUCRO Y ABUSO DE UNOS POCOS.

Los gigantes de la biotecnología "financian" proyectos de instituciones de interés público porque les permite acceder de manera cómoda y barata al germoplasma de los cultivos en diferentes países, utilizando la infraestructura, la formación pública y el conocimiento del medio de los investigadores nacionales, para luego aplicarlo en sus propios productos comerciales y, si viene al caso, patentar sus genes para el lucro de sus empresas. Todos los transgénicos están patentados, la mayoría por un puñado de empresas agrobiotecnológicas, que no han dudado en llevar a juicio a agricultores cuyos campos se contaminaron con transgénicos, por "uso indebido de patente".
Así no resultan tan extrañas las posiciones de compañías como Cinvestav, ya que varias de sus investigaciones en biotecnología están financiadas por la trasnacional Monsanto, que controla más de 90 por ciento de los cultivos transgénicos plantados comercialmente en el mundo.

Pensar en patentar las investigaciones y hasta "patentar todas las variedades vegetales del país", como expresa estas empresas, es, en la interpretación más benévola, alocado. Las patentes son instrumentos jurídicos de monopolio diseñados para los intereses de los grandes capitales, y en sí constituyen una violación al artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece que "todos las personas tienen derecho a participar del progreso científico y los beneficios que de él resulten". Tienen un elevado costo, que va de miles a millones de dólares por patente según su alcance, y aun así, pueden ser objeto de apelación por parte de cualquier compañía de agronegocios que alegue que esa patente infringe una suya propia. Según un estudio de la Universidad de Stanford, los litigios de patentes biotecnológicas son los que más crecen, y ya en el año 2000 tenían un costo promedio de 1.5 millones de dólares por litigante. Patentar un producto (inclusive una investigación) es, de hecho, sustraerlo al público y colocarlo en el mercado, es decir, a los que puedan pagar. Pensar en combatir este robo inmoral de los bienes colectivos y públicos con los mismos métodos, requiere como mínimo un nivel de inversión similar.

Patentar cultivos o sus genes, o investigación sobre ellos, es apropiarse del trabajo de desarrollo que durante milenios han hecho los campesinos de todo el mundo en forma colectiva y pública, y que es la base de todas las semillas que cualquier instituto de investigación público o privado utiliza hoy día.

Justamente, porque existe este trabajo de millones de familias y comunidades campesinas e indígenas, que de por sí se hace en forma descentralizada, familia a familia, milpa a milpa, campesino a campesino, que México es centro de origen y diversidad del mayor logro agronómico de la historia que es el maíz y de una gran cantidad de otros cultivos (jitomate, chile, frijoles, calabazas y muchos más). Cada familia campesina utiliza año con año diferentes variedades de semillas que selecciona y ha ido adaptando a las condiciones de su campo, a las plagas, a las condiciones del suelo, de sequía o lluvia, de tal modo que si una no resulta, otras sí lo hacen. Esto es su sustento y es lo que ha producido por milenios alimentos de gran calidad nutritiva, y una enorme diversidad que jamás podrá ser sustituida por una, dos o 10 variedades que se creen en un laboratorio.
Las amenazas a las familias campesinas y las comunidades agrícolas, verdaderos garantes de la calidad y la diversidad, no vienen de la falta de tecnología, sino de políticas agrarias que los expulsan del campo, que no se basan en sus necesidades y culturas, sino en favorecer la gran agricultura industrial (nacional o multinacional) uniforme, maquinizada y contaminadora de suelos y aguas (para lo cual se quiere inventar cultivos transgénicos que la resistan); de la extranjerización del sustento y la alimentación, por ejemplo, mediante la importación de cultivos artificialmente "baratos" que compiten con los productores mexicanos y los contaminan con sus transgénicos y sus genes patentados.
Extracto de "Patentar Genes e Investigación es Hipotecar el Futuro" por Silvia Ribeiro, Investigadora del Grupo ETC(http://www.ecoportal.net/content/view/full/29694), FOTO http://www.rinconesdelatlantico.com/num3/38_transgenicos.html

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